La adopción de la nube ha ido creciendo a pasos agigantados en la última década, ofreciendo flexibilidad, escalabilidad y eficiencia en la gestión de recursos. Sin embargo, con estas ventajas también vienen desafíos significativos en términos de ciberseguridad, los que aumentan de complejidad y generan más exposición que nunca. Proteger los ambientes en el cloud se ha convertido en una prioridad para las organizaciones de todos los tamaños y sectores.
Superficie de ataque ampliada
La nube ha ampliado la superficie de ataque, lo que significa que hay más puntos de entrada potenciales para los ciberdelincuentes. A medida que las empresas migran más datos y aplicaciones a la nube, la necesidad de proteger estos recursos se vuelve aún más crítica. Según expertos en ciberseguridad, la nube se ha convertido en la superficie de ataque dominante, y su protección requiere un enfoque proactivo y estratégico.
En los últimos años, los ataques a entornos de nube han aumentado. CrowdStrike, en su Informe de amenazas globales 2023, indica un aumento de un 95% en la explotación de la nube en el 2022. Así mismo, en una investigación realizada por Palo Alto Networks encontraron que la gran mayoría de las exposiciones de seguridad están presente en entornos Cloud (80%) versus un 19% de los ambiente on premise. La principal razón, según el mismo estudio, se debe a que la infraestructura cambia constantemente, por ejemplo, la puesta en producción de nuevos servicios o la sustitución de antiguos servicios en la nube resulta en un 50% de las exposiciones de alto riesgo cada mes.
Amenazas y vulnerabilidades en el ecosistema
El ecosistema de la nube es vasto y complejo, y con él vienen amenazas y vulnerabilidades específicas. Los riesgos más comunes de seguridad de la nube incluyen configuraciones incorrectas, apropiación de cuentas, APIs públicas vulnerables y falta de visibilidad.
Las servidores mal configurados son una de las principales causas de incidentes de seguridad en la nube. Los proveedores de nube ofrecen una serie de configuraciones predeterminadas que pueden ser suficientes para la mayoría de las organizaciones. Sin embargo, muchas organizaciones no cuentan con una postura adecuada para asegurar estos servicios, lo que conlleva riesgos significativos durante la fase de implementación.
Considerando que para garantizar una defensa efectiva es esencial que la superficie de ataque esté claramente visible para las organizaciones, si hablamos del ámbito de la infraestructura en la nube, esta visibilidad se convierte en un campo de batalla crítico. El desafío se intensifica cuando consideramos que, con frecuencia, los activos en la nube se establecen sin el debido control de seguridad y buenas prácticas, quedando abandonados y vulnerables. En un entorno donde cualquier departamento tiene la capacidad de lanzar una instancia en la nube o desplegar una nueva aplicación web, la superficie de ataque puede crecer de manera exponencial y descontrolada.
La rápida evolución de las tecnologías de nube significa que las amenazas también están evolucionando, lo que requiere una vigilancia constante.
Es imperativo que los equipos de seguridad posean un entendimiento profundo y holístico de cómo supervisar y ajustar los activos en la nube que sus organizaciones emplean.
Gestión de la superficie de ataque
La gestión de la superficie de ataque en la nube es más complicada que nunca. Con múltiples entornos, aplicaciones y usuarios, mantener una visión clara de todos los activos y su estado de seguridad puede ser un desafío. La nube demanda una planificación meticulosa, una implementación rigurosa y una visión estratégica de seguridad a corto y largo plazo. La adopción de buenas prácticas en higiene cibernética constituye el pilar inicial de esta visión.
Las organizaciones que establecen protocolos robustos para contraseñas seguras, autenticación multifactorial, gestión de actualizaciones, renovación de software y protección de dispositivos, logran fortalecer sus defensas. De esta manera, se dificulta la tarea a los actores maliciosos, evitando que se aprovechen de vulnerabilidades evidentes y, en consecuencia, se minimiza la superficie de ataque expuesta.
Aunque no hay inmunidad total frente a los ciberataques, las políticas de confianza cero fortalecen la defensa contra amenazas en nubes vulnerables. Estas políticas eliminan la "confianza por defecto", exigiendo autenticación específica para cada usuario y máquina. También la segmentación de la red en subredes independientes es parte de la implementación de la confianza cero, permitiendo un control y seguridad más detallados del tráfico, facilitando la identificación de problemas y optimizando el monitoreo.
Las nubes están orientadas principalmente a la escalabilidad y almacenamiento de datos, no a la seguridad, y a menudo, son gestionadas por equipos de DevOps y CloudOps en vez del equipo de seguridad, lo que puede llevar a inconsistencias en las medidas de protección. Es esencial una estrategia unificada que examine la infraestructura de la nube de forma integral, recopilando y analizando datos de todas las fuentes para que los equipos de seguridad los entiendan adecuadamente.
En conclusión, la protección de los ambientes en el cloud es un desafío continuo que requiere un enfoque multifacético. Las empresas deben adoptar las mejores prácticas, invertir en soluciones de seguridad específicas para la nube y capacitar a sus equipos para enfrentar las amenazas emergentes. Solo a través de una combinación de tecnología, procesos y personas, las organizaciones pueden esperar mantener sus recursos en la nube seguros y protegidos.